Sinopsis:

Una caja que jamás debe abrirse; una misteriosa mujer que no puede ser vista mientras teje; un tarro que contiene un veneno o quizá la más dulce de las mieles… Hay algo que sucede en el mismo momento en el que algo se prohíbe, y los protagonistas de las historias que componen No lo abras jamás, de Ken Niimura, se enfrentarán con todas sus fuerzas al irresistible deseo de caer en la tentación. 

Japón tiene un extenso repertorio de leyendas tradicionales agrupadas bajo el nombre de Mukashi Banashi, algunas de más de mil años de antigüedad. Estas historias van de lo épico a lo cómico, y han sido apreciadas por muchas generaciones. “Son también algunas de las historias que mis padres me leían cuando era pequeño”, recuerda Ken Niimura, historietista español de ascendencia hispano-japonesa.

En No lo abras jamás, Ken Niimura toma como premisa las leyendas de “Urashima Taro”, “Ikkyu-san” y “La gratitud de la grulla”, y las reinterpreta dándoles una conclusión diferente al original. Una obra sobre la atracción de lo prohibido y las contradicciones de la naturaleza humana.

Reseña:

En este cómic podemos encontrar tres historias que son un reteling de cuentos tradicionales japoneses.

La primera historia es la de “No lo abras jamás”, que es la historia de “Urashima Taro”, un muchacho de un pueblo pesquero, que por hacer una buena acción es recompensado con conocer el mundo submarino. Cuando vuelve a tierra trae un presente que no debe abrir…

En la segunda historia, “Nada”, reteling de una de las tantas historias sobre “Ikkyu-san”. Un muchacho que vive en un templo y se dedica a hacer travesuras y a salir de ellas con todo su ingenio.

Y la tercera y última se trata de “La promesa”, la original es “La gratitud de la grulla”, en la que un hombre salva a una grulla. Unos días después durante una tormenta, una mujer aparece en su casa pidiendo asilo. Esta le ayuda a conseguir algo de dinero tejiendo fantásticas telas como agradecimiento por su hospitalidad.

Las historias son cortas, con bastantes diferencias entre las originales pero conservando toda su esencia. 

El dibujo es sencillo pero expresivo, entintado en blanco, negro y rojo.

A pesar del grosor se lee muy rápido porque tiene pocos bocadillos y muchas ilustraciones.

Por eso y por muchos detalles más se lleva unas fantásticas cuatro estrellas.

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